El gran teatro del mundo de Calderón

 

El gran teatro del mundo es un auto sacramental del dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca, cuyo tema fundamental es uno de los tópicos barrocos por excelencia: “Theatrum mundi”, que define la vida como ficción. En otras palabras, se refiere a la existencia como una función en la que cada persona interpreta su papel. Lluís Homar ha dirigido una nueva versión de esta obra para la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), presentada en Madrid del 3 de octubre al 24 de noviembre de 2024. 

La historia comienza comienza en la oscuridad, en un estado anterior a la creación. Aparece el Autor (Dios) y expresa su deseo de hacer una comedia que se ha de ejecutar con "hermoso aparato de apariencias", siendo el Mundo el escenario y "el hombre el recitante", pues "toda vida humana representación es". Comienza, entonces, a repartir roles a sus personajes, cada uno de los cuales funciona como alegoría: el Rey, la Discreción, la Hermosura, el Rico, el Labrador y el Mendigo. Uno a uno, asumen el rol asignado, festejando o lamentando su suerte, y preguntándose  “cómo, sin ensayar la comedia, se ha de acertar”. A lo que el Autor responde con simplicidad: “Ama al otro como a ti y obra bien, que Dios es Dios”. 

Da comienzo el espectáculo. Los personajes salen vestidos con prendas similares, muy simples y de tonos claros. Algunos están semidesnudos. Tan solo portan un atributo que los define: el Rey lleva su corona, el Labrador una hoz, el Rico un collar de monedas, la Hermosura una rosa roja tras la oreja... Simbolizan las dinámicas sociales, contrastando la opulencia de algunos con la miseria de otros. La puesta en escena es muy austera, con una puerta a cada lado del palco y una silla en el centro. Desde distintos lugares del teatro, el Autor va anunciando la hora de la muerte de los personajes. Llegado su momento, abandonan el Mundo, por la puerta derecha, mostrándose arrepentidos al no haber desempeñado correctamente su papel. El Mendigo es el único en recibir su final con los brazos abiertos, como alivio de su dolor. 

Finalmente, vuelven al encuentro del Autor, ataviados con con batas blancas, despojados de sus signos terrenales, como muestra del poder igualador de la muerte. Él debe juzgarlos, otorgando un premio o castigo al que mejor y peor representase. Pero Dios, en su Misericordia, termina concediéndoles el perdón. La obra concluye con todos cantando alegremente junto al Creador, celebrando su redención.  



    ¿Quién fue Calderón de la Barca?

Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600 - 1681) es uno de los autores más reconocidos del Siglo de Oro, gracias a la variedad de registros de producción teatral, compuesta de autos sacramentales, comedias, entremeses y otras obras menores. Sus textos logran capturar las complejidades de la monarquía española durante el siglo XVII: una época de esplendor de las letras y las artes, aunque también de crisis política, sucediéndose varios conflictos, como la guerra de los Treinta Años (1618-1648) o las sublevaciones en Portugal y Cataluña. Calderón fue testigo de la decadencia del Imperio español, bajo los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II. 

Por tanto, su vida puede dividirse en varias etapas marcadas por los acontecimientos políticos y culturales de su época. La primera, entre 1600 y 1620, transcurre bajo el reinado de Felipe III y el valimiento del Duque de Lerma. Durante estos años, Calderón recibe su formación académica: primero en el Colegio Imperial de los Jesuitas (1608-1613) y posteriormente en las Universidades de Alcalá y Salamanca, donde estudia hasta 1615.

Con la llegada al trono de Felipe IV y el ascenso del Conde Duque de Olivares en 1621, Calderón llega a palacio, iniciando una prolífica etapa como dramaturgo cortesano. Es entonces cuando comienza a escribir piezas para el Palacio del Buen Retiro y se consagra como uno de los grandes artistas de su tiempo. Entre 1630 y 1640, amplía su producción con la composición de autos sacramentales para la festividad del Corpus Christi, destacando entre ellos El gran teatro del mundo. Su talento y dedicación a la Corona le valen en 1636 el hábito de Caballero de la Orden de Santiago.

En 1651, Calderón toma los hábitos y es ordenado sacerdote, marcando el inicio de su última etapa creativa, caracterizada por una mayor concentración y profundidad temática. Desde 1653 ocupa la Capellanía de la Catedral de los Reyes Nuevos de Toledo. Con el ascenso al trono de Carlos II en 1665, Calderón se dedica exclusivamente al teatro sacro, enfocándose en obras de carácter didáctico. En mayo de 1681 fallece y es enterrado con todos los honores, dejando un legado inmortal en la historia de la literatura y el teatro español.


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